jueves, 2 de mayo de 2013

Agustín Yáñez dentro del campo literario: una mirada sobre el autor de "Al filo del agua" desde la perspectiva de Bourdieu



En las siguientes líneas haremos una breve reflexión en torno al papel que desempeñó Agustín Yáñez dentro del campo literario, específicamente la relación del individuo con las competencias.
Agustín Yáñez Delgadillo nació el 4 de mayo de 1904 en Guadalajara, Jalisco. Su familia era proveniente del pueblo de Yahualica, en Los Altos donde Yáñez pasó varias temporadas durante su infancia. El autor no provenía de una familia que poseyera estudios universitarios sino más bien era campesina aunque su padre participó en la Revolución Mexicana apoyando a Madero y después colaboró en el gobierno estatal de José López Portillo y Rojas. Durante su juventud, Yáñez estudió para sacerdote en el Seminario de Guadalajara, en esa época también escribió textos de carácter religioso y participó como miembro de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana. Los estudios iniciados por Yáñez en el Seminario nunca fueron concluidos. Después, en 1929, se matriculó en la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara y fundó la revista Bandera de provincias (1929-1930). En 1931, Yáñez toma la decisión de irse a vivir a la Ciudad de México, consciente que si quería dedicarse a las letras, en Guadalajara no iba a poder proyectarse como deseaba, por lo que en 1932, ingresó como profesor a la Escuela Nacional Preparatoria mientras se matriculaba en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ahora bien, la carrera literaria de Yáñez está ampliamente ligada al mundo de la política. Aquí algunos datos: estuvo encargado de la redacción de los discursos durante la candidatura de Adolfo Ruiz Cortines a la Presidencia de la República en 1952. Ruiz Cortines mantendría a Yáñez a su lado buscándole una oportunidad política, la cual se dio meses después, en ese mismo año, en que el gobernador de Jalisco, J. Jesús González Gallo, protegido de Manuel Ávila Camacho, comenzó a perfilar un favorito para las próximas elecciones en el Estado, el político Miguel Moreno Padilla. No obstante, tres poderosos políticos de la región no estaban de acuerdo: Esteban García de Alba, Silvano Barba González y Margarito Ramírez. Ellos le dijeron a Ruiz Cortines que no apoyarían a Miguel Moreno Padilla, que apoyarían a cualquiera que el presidente pusiera siempre y cuando fuese contra los propósitos de Jesús González Gallo. Por esa razón, Ruiz Cortines propuso como candidato a Yáñez, quien gobernó Jalisco en el período de 1953-1959; años después ocuparía el puesto de Subsecretario de la Presidencia en el gobierno de Adolfo López Mateos. Finalmente, su puesto más importante es el que ocupó como Secretario de Educación Pública durante el período de Gustavo Díaz Ordaz. Hecho que desató entre sus colegas comentarios muy severos como los de Carlos Monsiváis o José Joaquín Blanco, quienes manifestaban que si Yáñez tenía presencia en el campo cultural era por su misma injerencia en la vida política del país. Al respecto, Blanco opina: 

De la conciencia de que la revolución mexicana llegaba al medio siglo muerta [...] surge la gran fuerza moral de la nueva narrativa mexicana en esos años. De ahí, tal vez, el fracaso del más homenajeado novelista de entonces, Agustín Yáñez (1904-1980), que en lugar de la crítica buscó la ornamentación poetizada u oratoria, aunque con sus aspectos modernizantes de monólogos interiores y diálogos con pretensiones coloquiales; sin embargo, Al filo del agua tuvo éxito escolar, y la fecha de su publicación se consideró en las aulas como la del cambio novelístico mexicano: 1947. [...] Yáñez como Secretario de Educación en 1968, precisamente la autoridad a la que correspondía directamente el "problema" estudiantil, y Revueltas como el principal preso por las arbitrariedades y depredaciones oficiales de entonces, marcaron los extremos de la novela mexicana de esos años.

O bien, Monsiváis: 

“Lo que a Yáñez le interesó casi siempre fue una literatura de la amabilidad, que ayudase y fortaleciese su imagen pública, que no le causara problemas y no le causara problemas”.

No obstante, a pesar de las opiniones de Blanco y Monsiváis, lo cierto es que la actividad política de Yáñez también repercutió en la vida cultural de México, como gobernador de Jalisco, fundó la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad de Guadalajara, redefinió el Premio Jalisco que ahora incluye aportaciones a las letras y artes, construcción del edificio para la Escuela Normal, el archivo estatal, la biblioteca pública y la Casa de la Cultura; aumentó al subsidio estatal de la Universidad de Guadalajara. 
Algunos de los textos que Yáñez publicó: Por tierras de Nueva Galicia (1928), Baralipton (1931), Espejismo de Juchitán (1940), Genio y figuras de Guadalajara (1940), Flor de juegos antiguos (1942), Esta es mala suerte (1945), Archipiélago de mujeres (1947), Pasión y convalecencia (1943), Al filo del agua (1947), La creación (1959), La tierra pródiga (1960), Ojerosa y pintada (1960), Las tierras flacas (1962), Perseverancia final (1967), Las vueltas del tiempo (1973), La ladera dorada (1978) y Santa Anna, espectro de una sociedad (1980)
Yáñez falleció el 17 de enero de 1980 en la Ciudad de México, sus restos descansan en la Rotonda de las personas ilustres.
Ahora bien, interpretando los hechos desde la teoría de Bourdieu podemos señalar la importancia que las relaciones entre individuos tienen en el campo literario, tal y como Bourdieu lo había señalado en su texto Las reglas del arte, para que un escritor puede posicionarse dentro de la jerarquía interna y externa de su campo. Ya que, llama la atención que Yáñez, a pesar de ser uno de los escritores que introducen las innovaciones narrativas de las vanguardias en México, sea un autor que ha sido atacado constantemente por sus decisiones políticas; y que a ello deba sumarse, la relación “nociva” entre lo literario y lo político. Contrastemos con otro ejemplo: Salvador Novo fue galardonado en 1965 como “Cronista de la Ciudad de México” por Gustavo Díaz Ordaz, es decir, también fue una figura cerca al poder político, específicamente a Díaz Ordaz, no obstante, cuando se habla de la obra de Novo, ese aspecto se soslaya, no se aborda. El caso de Agustín Yáñez es distinto pues, como hemos mencionado, la figura del escritor  y su obra están ligadas a lo político y de esa manera se le ha segregado. Esto a causa de la falta de relaciones fuertes con los individuos que ocupan las posiciones más altas en la jerarquía del campo literario.
Haciendo una relectura de los hechos, podemos observar que Yáñez intentó ingresar al campo literario por medio de ciertas acciones como son el dejar Guadalajara y trasladarse a la Ciudad de México que representa el centro de poder no sólo en el campo literario sino en todos los rubros de nuestro país, además, Yáñez también ingresó a dos instituciones importantes para la cultura en México: la Escuela Nacional Preparatoria y la UNAM; en lo político, hemos mencionado que ocupó varios puestos relevantes, no obstante, como observa Roderic Camp, Yáñez no actuó del modo en que lo hubiese hecho un intelectual-político “El patrón típico de los intelectuales con carreras políticas exitosas, al igual que los políticos, es moverse rápidamente de un puesto a otro horizontal o verticalmente.” De ese modo, podemos ver la importancia que las relaciones dentro del campo literario tienen para ayudar a proyectar y a consolidar la obra de un escritor.

Fuentes: 
BOURDIEU, Pierre. Las reglas del arte. Anagrama, 2000, Barcelona.
CAMP, Roderic A. "Un intelectual en la política mexicana: Agustín Yáñez." en Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad. Verano 1981: 137-162.
OLVEDA, Jaime. “Agustín Yáñez frente a la crítica literaria” en Agustín Yáñez: una vida literaria. COLMEX, 2007, México.

miércoles, 17 de abril de 2013

Cosa de términos: cinco conceptos bourdieranos...


A principios de la década de los noventa, Pierre Bourdieu publicó su libro Las reglas del arte (1992) en el que desarrollaba un estudio sobre La educación sentimental de Flaubert. Lo que Bourdieu tal vez no imaginaba es que su larga disertación sobre la obra del creador de Madame Bovary sentaría las bases para una de las teorías que reformuló la perspectiva analítica en torno al arte. Nos referimos a los estudios culturales. 
En las reglas del arte, Bourdieu ensaya una teoría que pueda unificar al tiempo que crear una tradición en los estudios del arte y la cultura. Una de las características que tienen los estudios culturales es la propuesta de un metalenguaje unificador. Sobre este punto hablaremos en este breve texto.
Pierre Bourdieu retoma algunos términos provenientes de la economía para poder unificar los fenómenos culturales. Algunos de éstos relevantes en la teoría son:
Campo: Bourdieu recurre a este término porque es universal, es decir, que puede designar un espacio en el que se desarrolla una actividad determinada. El autor pone como ejemplo el campo literario (o artístico), en que las relaciones de sus integrantes pujarán para establecer jerarquías y cánones. Sin embargo, Bourdieu señala que todos los campos están sometidos al campo del poder, el cual se haya presente y es el que determinará en función de qué se hacen las cosas. Una característica peculiar en el campo literario es la necesidad de aparentar menosprecio por el poder mismo aunque todos los integrantes del campo persigan ejercerlo pues el poder será el que otorgue la jerarquía, el reconocimiento, el prestigio, no sólo dentro del campo sino fuera de éste.
Dentro del campo literario existen dos fuerzas que luchan constantemente por imponerse y con ello establecer, como hemos mencionado, jerarquías y cánones literarios: el “arte burgués” y el “arte puro”, expresados en los subcampos de producción restringida y de gran producción. El primero define la producción literaria destinada al consumo entre sus propios integrantes. Es decir, un subcampo en el que el productor escribe sólo para el autoconsumo de su propio campo. El subcampo de gran producción está destinado al consumo de las grandes masas, en otras palabras, al consumo de los sujetos que no pertenecen al campo literario.
Finalmente, queremos cerrar este breve glosario con una idea que Bourdieu desarrolla, que si no es un concepto, sí aborda un fenómeno interesante dentro del campo literario (y del resto de las artes):
La idea del No-éxito: el cual tiene un valor ambiguo pues el productor (escritor o artista) puede asumirse o ser catalogado como un poeta maldito o un fracasado a partir de ver el no-éxito como una elección o una condena. Bourdieu observa muy bien que el paso entre ser un poeta maldito o un fracaso estriba en un cambio de punto de vista de los críticos, quienes, después de muerto, pueden rescatar a un fracasado y volverlo un poeta maldito. Con respecto a este último concepto, el punto de vista es la atribución de la crítica y es el punto de referencia a partir del cual se le da título de escritor o se le niega a un productor.

Fuente:
Bourdieu, Pierre. Las reglas del arte. Anagrama, 2000, Barcelona

miércoles, 10 de abril de 2013

Reseña: Cuestiones de método de Bourdieu


En este capítulo, Bourdieu hace una crítica severa a lo que él llama la “gran teoría”. Comienza observando que ésta ha fomentado prácticas que han perjudicado el discurrir libre del conocimiento universal. Entre ellas se encuentran la adhesión a una teoría por parte de los estudiosos, que por simpatía y/o compromiso, defienden  a la vez que critican otras; el uso de un metalenguaje exclusivo de dichas corrientes de pensamiento y la búsqueda constante de lo nuevo. 
El conocimiento se vuelve un capital importante, no sólo en las ciencias humanas, sino en lo económico y político. La reproducción y repetición de las ideas ayuda a consolidar una corriente de pensamiento y a sus principales promovedores. 

Una mentalidad científica nueva
Bourdieu opone a la mentalidad científica tradicional, una mentalidad nueva pues la anterior está basada en la presencia de “padres fundadores” de las disciplinas humanas, cuya fama se sostiene sobre un séquito de pensadores que esperan poder entrar al círculo selecto al que los primeros pertenecen. La mentalidad nueva debe contar entre sus cualidades la minuciosidad en el análisis, lo que conlleva anteponer la investigación a la fama; romper con la jerarquía de los objetos canónicos de investigación así como con la delimitación del análisis que se concentra sólo en el interior del objeto y desdeña los acontecimientos externos. De igual modo, debe la teoría tratar de responder a los retos que los objetos empíricos le presentan antes que a la confrontación con otros postulados. 
Dentro de esta revaluación teórica, Bourdieu, introduce la noción de habitus la cual busca la unificación ante la serie de alternativas que las ciencias sociales han abierto para, paradójicamente, encerrarse, principalmente, busca hace frente al estructuralismo. la noción de habitus tienes sus antecedentes en el concepto de hexis propuesto por Aristóteles y convertido en habitus para la tradición escolástica, más adelante será retomado por Husserl. Al hacer esto, Bourdieu ataca la práctica de lo nuevo al retomar un concepto que está dentro de la tradición del pensamiento y que, por lo tanto, apela a una labor continuidad en el conocimiento; a diferencia de la repetición que se hace para consolidar el prestigio de un autor o una teoría y que nada tiene que ver con una postura crítica y reflexiva. Con esta noción, Bourdieu busca hacer hincapié en las capacidades activas, inventivas del habitus y del agente que había sido reducido por el estructuralismo a un mero sujeto de la acción. El concepto de habitus da cuenta no de un sujeto universal sino de un saber adquirido. Por ese hecho mismo, la noción rompe también con la separación canónica de teoría y práctica que no debiera existir pues la actividad cognoscitiva participa de la construcción de la realidad, es decir, lo que se piensa, incide en la realidad. Al respecto de lo novedoso, Bourdieu llama la atención en el hecho que las ciencias sociales han sometido su metodología no ha su propia tradición sino a los requerimientos de la literatura y la filosofía; de ese modo, las ciencias sociales no propician la producción de herramientas de investigación.
A su esquema de trabajo, Bourdieu suma otro concepto: el de campo que sirve para delimitar el área de estudio, por ejemplo el campo literario, el campo teórico, y que sirve para superar la idea de lo interno. El campo de producción da cuenta entonces de los factores que influyen en la creación de un objeto. 
El modo de pensamiento relacional, que tiene sus orígenes en Weber y Cassirer, en el caso de las ciencias sociales, funciona a partir de reconocer las relaciones objetivas que unen las realidades sociales a las que, a diferencia de lo propuesto por Bourdieu, se les ha otorgado más importancia en sí mismas y para sí mismas. Lo anterior permitiría una mayor comprensión del modo en cómo actúa el campo intelectual y de los sujetos que participan en él y de sus relaciones. Este tipo de análisis permite observar las propiedades específicas de cada campo así como hallar una homologación estructural y funcional entre los diversos campos. 
La teoría de los campos propuesta por Bourdieu no persigue transponer un modo de pensamiento, un concepto perteneciente de una disciplina a otra sino lo que debe transponerse es la construcción del objeto, sólo de esa manera, el análisis de un campo se convierte en un caso particular en un sentido verdadero, ya que puede apreciarse su singularidad, la cual puede oponerse a la de los otros campos. En este punto, el autor critica el ejercicio teórico en el que el objeto, su interpretación y sus resultados están condicionados por la teoría, tergiversándolos y aislándolos de los otros objetos o campos con los que guarda relación. Son los resultados tergiversados los que obligan al análisis a hacerse y rehacerse hasta adquirir coherencia pues la búsqueda de la teoría es la de generalizar lo particular siempre.

“Doxa” literaria y resistencia a la objetivación
Los investigadores están tan sometidos a cumplir con la parafernalia teórica lo que impide  la objetivación científica pues los resultados pueden ser tomados como dignos de culto o bien, vilipendiados. Ahora, para Bourdieu no basta con proponer una nueva metodología para los estudios culturales sino que se requiere de un cambio en la manera de pensar la cultura y el modo en que se aborda para estudiarla.
Sin embargo, el autor llama la atención en que el cambio en el pensamiento tiene como uno de sus principales obstáculos la postura “sagrada” que se tiene frente a lo cultural, por ende, no está basada en la razón, no necesita ser demostrada. Bourdieu propone problematizar la idea de lo sagrado y analizar el modo en que dicha idea se cultiva. La doxa está presente en la creencia en el “genio creador” que es el modo en que la crítica asume al artista como un sujeto único, especial, cuya formación lo predestina a ser el artista más talentoso y que nadie puede igualarlo. La reproducción y afianzamiento de esta creencia cierra la puerta a otro tipo de análisis, apuntalando el que tiene que ver con explicarse la obra a partir de la vida del autor. Uno de los pensadores que mayor fomento otorgó a la noción de “genio creador” fue Jean Paul Sartre en la biografía que realizó sobre Flaubert. 
Bourdieu tampoco confía en los resultados de las estadísticas a pesar de estar consideradas como instrumentos objetivos e inobjetables pues observa que reducen las características de un autor a un conjunto de valores cuantitativos anulando la posición que un sujeto ocupa en un campo, encasillándolo en la pertenencia llana a una institución o movimiento. Además que las estadísticas están construidas siempre sobre una población preconstruida, lo que altera los resultados y su interpretación. Ello sin contar que la conformación de los instrumentos de análisis pasa por alto el análisis de los antecedentes de los sujetos (premios, condecoraciones, reconocimientos, grupos de adscripción), lo cual arrojaría luz sobre la construcción de la jerarquía artística.

El “proyecto original”, mito fundador
El “proyecto original” fue una aportación de J. P. Sartre, la cual fijó la metodología de las ciencias sociales, basándola en la idea de que el escritor es un sujeto en cuya vida todos los acontecimientos van orientados a cumplir un plan original: el de ser un gran pensador, un personaje fundamental para el mundo. En otras palabras, un sujeto que estaba predestinado a cumplir una misión y cuyo objetivo, en ningún momento, ignora dicho personaje. Con este modelo de análisis, nos dice Bourdieu, Sartre antepone el orden lógico al cronológico en la interpretación de la vida de un sujeto relevante del mundo. Bourdieu critica a Sartre el determinismo con el que marca los actos de los sujetos, rediciéndolos a meros objetos. Este determinismo está íntimamente ligado con los métodos empleados por las ciencias duras para explicarse los fenómenos que les compete. Además, en la propuesta sartreriana de interpretación continúa observándose la importancia que la jerarquía tiene para los estudiosos pues Flaubert está por encima del resto de los mortales por su actividad intelectual y Sartre está también por encima, no sólo del resto de los hombres sino del resto de los pensadores, al ser capaz de analizar la vida del autor de Madame Bovary. 

El punto de vista de Tersites y la falsa ruptura
En este apartado, Bourdieu aborda la otra cara de la moneda del mundo consagrado de la intelectualidad: la existencia de aquellos escritores tildados de “mediocres” y que, al menos en vida, no fueron considerados dignos de mención. Sin embargo, estos escritores también ejercen cierto poder y juegan un rol dentro de las relaciones del campo literario. Su posición les permite descubrir los vicios y las contradicciones existentes dentro del campo.

El espacio de los puntos de vista
Para conseguirlo, el autor apela a ejercer la mayor reflexividad posible en el hecho literario y oponerse a la postura reproducida por la crítica literaria en la que todo el arte se encuentra basado en oposiciones, en todo o nada. Dicha postura heredada, en el caso de la lingüística y la semiótica, de Saussure. El pensamiento basado en la oposición o en la contradicción de una dupla de elementos parece universal por el hecho de haber sido aceptado y promovido desde las instituciones de poder. El autor también critica la práctica de análisis basada en ver al texto como objeto independiente de su contexto, como elemento autónomo y cuya significación es autosuficiente, en el caso de la escuela estructuralista. La falta de flexibilidad en los estudios literarios ha metido a la crítica en un callejón sin salida del que esperan librarse por medio de la “genética literaria” que busca en el pre-texto, de Genette, la génesis del texto, dar cuenta de cuál es el procedimiento para la elaboración del texto tal y como lo conocemos.Bourdieu observa que el fin último de la genética literaria no debiera ser sólo el tratar de reconstruir el procedimiento de escritura de las obras sino cómo ha influido el medio que rodeó al escritor para determinar que el texto se escribiera de un modo u otro. Para el autor, quien pudo proponer una metodología acertada para abordar los estudios culturales fue Foucault al señalar que ninguna obra existe en sí misma sino que pertenece a una entramada red de relaciones y para dar cuenta del fenómeno propuso el término “campo de posibilidades estratégicas” en el que cada obra se define. En el “campo de la polémica” y en las “divergencias de intereses o de hábitos mentales en los individuos” es donde Foucault puede explicar el campo lo que sucede en el “campo de las posibilidades estratégicas” con lo cual quita de escena las relaciones de oposición de los estudios literarios.
Otro aspecto que pesará en los estudios culturales será el de los intereses de los productores, por lo que el autor propone, para evitar el reduccionismo, pensar los espacios de producción cultural como campos. Aunque el modo en que el sistema cambia depende del “estado del sistema”.
En este apartado Bourdieu aborda varias cuestiones consideradas fundamentales para las ciencias sociales, entre ellas se encuentra el pensar que una obra va dirigida a un público en específico, tal como ocurría con la literatura socialista que se pensaba debía ser escrita para el proletariado. Lo que el autor nos dice al respecto es que aunque inicialmente ese sea su objetivo, en realidad no puede preverse el lector que va a consumirla y a tratar de interpretarla. En otras palabras, Bourdieu retoma una problemática constante en los estudios: la relación de la obra de arte y la sociedad. Aquí el autor señala la importancia para la interpretación el que se tengan presentes las condiciones a partir de las cuales se realizó una obra, ya sean sociales o personales. De esa manera, basándose en Max Weber, Bourdieu concluye que la importancia de un artista (productor) depende del rol que ejerza dentro del campo, si es escritor o editor, por ejemplo, y que sus acciones están sometidas a sus intereses. Y añade que los universos de cada uno de estos sujetos es relativamente autónomo y estructurado. Esto en el espacio interno de los campos, en el externo, los acontecimientos sociales pueden afectar el modo de producción, por ejemplo la presencia de la guerra, las crisis económicas o las revoluciones. En el caso de las letras, el teórico observa que una de las características del campo literario es la libertad que se tiene para atacarse unos a otros tomando como bandera la verdad y la razón.

La superación de las alternativas
Bourdieu propone que al introducir a los estudios culturales la noción de campo puede superarse la oposición entre lectura interna y análisis externo sin perder el avance alcanzado en las disciplinas de las humanidades y que, de esa manera, ambas posturas teóricas pueden conciliarse, de ese modo también queda al descubierto la influencia existente entre la literatura y lo social, lo político, como el quehacer literario también implica una acción política. Dentro de la literatura, como en otros campos, existen fuerzas conservadoras (que luchan por preservar el sistema) y fuerzas innovadoras que pujan por cambiarlo. El cambio, dice Bourdieu retomando a Foucault, depende de las posibilidades históricas, de los intereses (estos deben ser disimulados con frecuencia en el campo del arte, mejor dicho, aparentar siempre un cierto desinterés).

Objetivar el sujeto de la objetivación
El concepto más sobresaliente para el autor y que puede permitir el cambio de los estudios culturales es el de campo pues permite tomar un punto de vista sobre los puntos de vista originados a partir del objeto de estudio, es decir, situarse por encima de los puntos de vista y poder objetivarlos. De esa manera el sujeto deja de ser ingenuo con respecto al objeto y su punto de vista pasa de ser empírico a ser científico.

miércoles, 20 de marzo de 2013

"Al filo del agua" desde la mirada de Homi Bhabha


En su libro El lugar de la cultura (1994), Homi Bhabha propone que las sociedades que fueron conquistadas por Europa, además del dominio económico y militar al que fueron sometidas, padecieron un dominio ideológico en el que se justifica la presencia colonizadora como esencial e inevitable. Bhabha sugiere como medio subversivo la creatividad, la cual da como resultado lo híbrido.
En el presente texto proponemos un análisis de la novela Al filo del agua, escrita por el mexicano Agustín Yáñez y publicada en 1947,a partir de la teoría post-colonialista de Bhabha.
La trama del texto se ubica, temporalmente, en vísperas que estalle la Revolución Mexicana; geográficamente se desarrolla en Los Altos de Jalisco, en un pueblo aislado del resto del país y cuyas actividades se encuentran regidas no por el gobierno civil sino por la Iglesia que ha sometido a los habitantes a un riguroso distanciamiento entre ellos, por medio de instaurar la castidad y el aislamiento como valores. Por ende, la necesidad de comunicación, de contacto con los otros, de afecto se vuelven un anti-valores. En este primer acercamiento es posible reconocer en la Iglesia a la autoridad civil propuesta por Bhabha ya que es ésta quien al dictar las reglas, legitima la conducta y se asume como poseedora absoluta de la verdad. En esta sociedad, las conductas aceptadas ocupan el centro de la misma, en tanto, aquellas que son reprobadas se ubican en la periferia, que es la frontera más cercana al no existir: “Pueblo conventual. Cantinas vergonzantes. Barrio maldito, perdido entre las breñas, por entre la cuesta baja del río seco.” (Yáñez, 1999: 5)
Ahora bien, Bhabha señala que dentro de las sociedades colonizadas, la única manera de hacer frente a la autoridad es por medio de la creatividad que, efectivamente, puede trastocar el orden común. Al respecto, queremos hacer hincapié en un caso particular: el campanero del pueblo, Gabriel. Éste es la voz de la comunidad, existe un reconocimiento y una afinidad entre el sonido de las campanas y la población anónima. El narrador nos ofrece un ejemplo, la ocasión en que Gabriel salió de su pueblo para estudiar en el seminario de San Juan de las Lagos:  “Nunca, más tarde, logró que las campanas de San Juan tocaran en sus manos como tocaban en las manos del campanero titular, y es que nunca consiguió transferir el carácter- nostalgia y quebrantamiento- del pueblo, que le hablaba en cada golpe de la sangre, que lo reclamaba en cada recuerdo, que se hacía presente a toda hora.” (181) Entonces, en el tañido de las campanas se manifiesta el sentido de pertenencia del pueblo, tanto de Gabriel como del resto de los habitantes del pueblo, también es cierto que por medio de éstas el pueblo ordena sus actividades. Sin embargo, además de la identificación común, Gabriel está a la búsqueda de una voz propia: Quiere hacer de las campanas instrumentos de música y en eso consume sus energías y tiempo. Gabriel posee la sensibilidad y tiene disposición; pero carece de formación: “burlado por la resistencia, por la obstinada rebeldía del bronce, de los bronces” [...] (180) Los ensayos y experimentos “musicales” del campanero se encuentran dentro de lo permitido por la autoridad. Nadie se escandaliza cuando Gabriel toca imaginando que una de las campanas tiene acento de violín. Será al conocer a Victoria, la forastera, que Gabriel finalmente podrá crear no sin antes pasar por un período de caos, de confusión en el que se replantean los valores aprendidos y asumidos. El encuentro con Victoria es ya en sí un choque:
“Gabriel sintió- sentía- como si un viento venido de lejanísimas regiones, un viento de la noche, descuajara montañas, poblaciones, ríos; y le golpeara la cara, físicamente; y se le filtrara punzocortante por entre la piel, en los bronquios, en los oídos, ahogando sesos y corazón, reventando arterias, cercenando las alambradas de los nervios.” (189)
Después de conocerla, el sistema de valores del campanero entra en caos y ello se refleja en las campanas: 
“A la otra mañana el desafinamiento de las campanas ya fue sensible. Subió- como la calentura- el jueves, y el viernes, y el sábado. Corazón a rebato el domingo. Corazón loco del pueblo. Y el azoro común.” (192)
La inestabilidad de Gabriel, manifiesta en las campanas, desajusta las actividades de todo el pueblo, por lo que, para conservar el orden público, el cura lo releva de su puesto. Viene entonces un período de inmovilidad, de estancamiento creativo, como de zona del silencio en el sujeto. Visto a partir de las reflexiones de Turner acerca de los ritos de paso, podríamos de decir que en este punto, Gabriel se encuentra en un período de transformación que culminará con la huida de Victoria.  Dicha huida se produce porque la mujer no puede soportar el estilo mecánico que han adoptado las campanas con el campanero suplente. Cuando Gabriel se entera que la forestar se marcha, asalta la torre del campanario y toca, entonces la música fluye como si a través de ésta, el campanero hablara: “Los dobles cobraban desesperación, celerantes; pero en su angustian conseguían hacer oír un ruego- cifra de final esperanza- , un grito de ternura elocuente, que la dama escuchó volviendo bridas [...]” (240)

martes, 12 de marzo de 2013

Homi Bhabha desde la mirada de sus críticos


Homi Bhabha es uno de los teóricos más influyentes de la corriente poscolonialista. Sus tesis están basadas en las ideas de Edward Said, Jacques Derrida y Victor Turner, principalmente. Y aunque sus aportaciones han sido de gran ayuda para comprender los movimientos literarios y sociales de Occidente y Oriente, es cierto que su trabajo teórico posee puntos flacos, a continuación enumeramos algunos:

  • Bhabha propone la ambivalencia como una cualidad del valor en los discursos de dominación inglesa sobre los países de América, Asia y África. Es decir que aunque la idea occidental se asuma como verdad absoluta, dicho valor puede replantearse desde el punto de vista de los colonizados; no obstante, el discurso de Bhabha se asume como estable, como verdad absoluta él mismo.
  • Dificultades para definir el término Hibridación: si se considera que el término define, para Bhabha, la mezcla, el encuentro, la resignificación de dos culturas que en principio son puras como la hindú y la inglesa; los críticos señalan que no existen culturas totalmente puras pues siempre están permeadas por las aportaciones de otras pues se definen por la movilidad, no son estáticas.
  • El estilo de Bhabha es de difícil comprensión. La crítica literaria y cultural ha observado que el estilo del teórico que nos ocupa guarda relación con la hibridez que él mismo propone, sin embargo, dicha hibridez, que se traduce en la dificultad de su lectura, es para los críticos un tanto tramposa pues busca hacer ininteligible para defenderse de la crítica y así no hacer evidente que la teoría de Bhabha también margina otros textos; de igual modo, trata de evitar que otros autores subviertan el orden impuesto por Bhabha.
  • El colonizador/ el colonizado como respuestas de antemano sabidas. No sólo la teoría de Bhabha sino el poscolonialismo en sí buscan sacar a la luz las relaciones de dominación que Europa y Estados Unidos han ejercido sobre el resto del mundo a partir de la difusión de su cultura, y con ello de los estereotipos que han acuñado, la observación de los críticos gira en torno a preguntarse ¿si existe una respuesta de antemano para qué someter un texto a los estudios poscoloniales?
  • Homi Bhabha se basa en la oposición presencia/diferencia propuesta por Derrida para justificar su teoría siendo que ni el propio Derrida puede justificar de modo convincente la relación de dichos términos. La Diferencia, según Derrida, es aquello que permite el desarrollo de las sociedades a partir de la igualdad. Es decir, cuando la igualdad deja de ser suficiente para el respeto de las garantías individuales, se recurre al derecho a ser diferente. Sin embargo, en el caso de la presencia, Derrida no puede justificarla, sólo dice de ella que existe como una condición necesaria para la diferencia.
  • La teoría de Bhabha despoja a los textos de su verdadera diferencia al proponer que todos son híbridos. 

La autoridad inglesa en las palabras de H. Bhabha


Homi Bhabha es uno de los teóricos  cuyas aportaciones han influido en los estudios culturales, principalmente, en la vertiente del poscolonialismo. A continuación ofrecemos algunas frases que consideramos de interés tomadas de su libro El lugar de la cultura (2002):

“El descubrimiento del libro es, a la vez, un momento de originalidad y de autoridad.” (Con respecto a la aparición del libro “inglés” en América, Asia y África)

“El momento conflictual de la intervención colonialista se vuelve ese discurso constitutivo del ejemplo y la imitación, que Friedrich Nietzsche describe como la historia monumental armada por ‘egoístas dotados y bribones visionarios’”.

“El efecto de realidad construye un modo de interpelación en el que un complemento de sentido produce el momento de transparencia discursiva.”

“Lo que diferencia radicalmente el ejercicio del poder colonial es la inadecuación del supuesto iluminista de la colectividad y el ojo que la contempla.”

“[...] es el efecto de la incertidumbre lo que aflige el discurso del poder, una incertidumbre que distancia el símbolo familiar de la autoridad ‘nacional’ inglesa y emerge de su apropiación colonial como el signo de la diferencia.”

Hablemos de Edward Said


Edward Said fue un investigador que introdujo a los estudios literarios el concepto de Orientalismo, y con ello dio inicio a la corriente poscolonialista. Nació el 1 de noviembre de 1935 en Jerusalén. De origen palestino, pertenecía a una familia árabe cristiana, su madre era palestina y su padre había adoptado la nacionalidad estadounidense. Vivió en Jerusalén hasta 1948, en que, junto con su familia, tuvo que salir a causa de la amenaza de tomar la ciudad por parte de las tropas israelíes. Entonces, la familia se estableció en El Cairo, luego, en 1951, se mudaron a Estados Unidos. De ese modo, Said adoptó la nacionalidad de dicho país. Seis años después, Said se graduó de la Universidad de Princeton; realizó la maestría y doctorado en la Universidad de Harvard. A partir de 1963 hasta el 2003 impartió la cátedra de Literatura inglesa y Literatura comparada en la Universidad de Columbia, ingresando como profesor lector hasta llegar a obtener el grado más alto. En 1978 publicó su obra Orientalismo, en la que introduce dicho término para describir la mirada con que Occidente se ha acercado al resto del mundo y con la que ha buscado explicarlo, dándole carácter de verdad absoluta, pero que, en realidad, justifica los planes expansionistas de los países de ideología eurocentrista (Europa y Estados Unidos) y los atropellos a los que han sometido a los países, principalmente, árabes.
La actividad intelectual de Edward Said es tan intensa como diversa pues además de ser catedrático de Columbia, enseñó en Harvard, Johns Hopkins y Yale; dio conferencias en más de 200 universidades de Norte América, Europa, África y Asia. Publicó en periódicos y revistas de diversos países, integrando el consejo editorial de algunos de ellos, entre  sus columnas célebres podemos mencionar las de Al Ahram y Al Hayat. También dirigió la colección Convergences, editada por la Universidad de Harvard. 
Su labor crítica en materia de literatura y estudios culturales fue reconocida en varias ocasiones, en 1992, fue nombrado miembro del Foro de Sabios de la UNESCO. Se le otorgaron doctorados honoris causa por parte de varias universidades alrededor del mundo. En dos ocasiones fue galardonado con el premio Trilling de Columbia, así como el Wellek de la American Comparative Literature Association y en 2002, el premio Príncipe de Asturias de la Concordia. Fue miembro de la American Academy of Arts and Sciences, la Royal Society of Literature, la American Philosophical Society y del King’s College de la University of Cambridge. Además de ser parte del consejo ejecutivo del PEN Club International, ocupó la presidencia de la Modern Language Association (MLA) en 1999.
Cabe resaltar que a sus funciones académicas sumó un activismo constante a favor del pueblo Palestino y de Oriente, prueba de ello es que en 1977 fue elegido miembro del Consejo Nacional Palestino de la asamblea legislativa de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), cargo que se prolongará hasta 1991, año en que tuvo desavenencias con Yasser Arafat por los “Acuerdos de Oslo”, una serie de documentos firmados entre Israel y el Consejo Nacional Palestino, que buscaba llegar a acuerdos entre ambos grupos y proponer soluciones al conflicto. Said no creía en los acuerdos, le parecían un engaño pues observó que no se señalaba el fin de la ocupación israelí y a sus asentamientos así como no se aclaraba qué pasaría con Jerusalén. A pesar del distanciamiento con Arafat, Said continuó apoyando a su pueblo y en varias ocasiones manifestó su descontentó por los territorios ocupados de Gaza y Cisjordania. En 1980, Said previó una política de agresión por parte de los Estados Unidos en contra de Medio Oriente
En 2002, Said, junto con Haidar Abdel Shafi, Ibrahim Dakak, y Mustafa Barghouti, fundó el partido y movimiento social Palestinian National Initiative (Al Mubadara), un intento de crear una tercera fuerza política palestina que pudiera ser una alternativa democrática y reformista a las fuerzas políticas Fatah y a Hamás.
Cabe resaltar la habilidad de Edward Said en el aprendizaje de las lenguas, pues además de su lengua materna, el árabe, y el inglés que debió aprender al mudarse a los Estados Unidos, hablaba francés, conocía el español, alemán, italiano y latín. 
Finalmente, murió en Nueva York el 25 de septiembre de 2003 víctima de la leucemia.
Entre sus obras podemos mencionar:

  • After the Last Sky (1986)
  • Beginnings (1975)
  • Blaming the Victims (1988)
  • CIA et Jihad, 1950-2001: Contre l'URSS, une disastreuse alliance (2002), con John K. Cooley
  • Covering Islam (1981)
  • Criticism in Society
  • Culture and Imperialism (1993)
  • The End Of The Peace Process (2000)
  • Edward Said: A Critical Reader
  • Jewish Religion, Jewish History (Introduction)
  • Joseph Conrad and the Fiction of Autobiography (1966) 
  • Literature and Society (1980)
  • Musical Elaborations (1991)
  • Nationalism, Colonialism, and Literature
  • Orientalism (1978)
  • Orientalisme (1980)
  • Parallels and Paradoxes
  • The Pen and the Sword (1994)
  • The Politics of Dispossession (1994)
  • The Question of Palestine (1979)
  • Reflections on Exile (2000)
  • Representations of the Intellectual (1994)
  • The World, the Text and the Critic (1983)

domingo, 17 de febrero de 2013

R. Williams: el inicio de una revolución teórica-cultural


Anahí Calderón
Diana Elena García
Linén Rojas Romero

Los inicios de los Estudios culturales plantearon la necesidad de analizar la cultura dentro de un sistema social, por lo tanto las condiciones sociales e históricas incluirían al arte y a la literatura dentro de un sistema más complejo que establece relaciones entre arte y estructura económica, histórica y social. El primero en establecer las bases de dicho análisis fue Raymond Williams (Reino Unido 1921 – 1988), este ensayo establecerá la relación entre la obra de Williams titulada Cultura y sociedad. 1780 -1950. De Coleridge a Orwell y su productor, consumidor y contexto.

  • Productor
Raymond Williams es una figura legendaria de lo ahora conocido como “Estudios culturales”. En su juventud colaboró en campañas de solidaridad con España y China, su internacionalismo lo llevó a adjuntarse en una experiencia personal en La Segunda Guerra Mundial, fue activo en la campaña de solidaridad con Vietnam y en varias coaliciones en contra del Poder Militar Británico. El activismo político que Raymond Williams llevó a cabo durante su vida fue un eje crucial en sus reflexiones para una teoría cultural.

Williams dedicó su vida y obra a establecer las bases para una teoría cultural. Williams subraya la necesidad de explorar las relaciones entre diversas y específicas actividades humanas dentro de las situaciones históricas. El acercamiento al elemento de la producción en la obra de Raymond Williams se centrará en el Prólogo de la primera edición, el Prólogo a la edición de 1987 y las Conclusiones de su libro Cultura y sociedad. 1780 -1950. De Coleridge a Orwell. El título del original en inglés es Culture and society. Coleridge to Orwell, este libro prosiguió a la investigación iniciada con la fundación de la revista Politics and Letters de la que fue editor Raymond Williams entre 1946 y 1948, el objetivo de la revista se fundamentó en explorar y reinterpretar la tradición que describe la palabra “cultura” en términos de la experiencia de su generación. También partes del libro fueron publicadas en Universities and Left Review, esta revista se distinguió por su rechazo a la ortodoxia del partido laborista británico y al legado del Partido Comunista en Gran Bretaña. En 1950 comenzó a escribir el libro que estuvo en prensa mientras que Williams meditó sobre las direcciones en que podían avanzar con provecho a los trabajos realizados en la edición de su revista:

Me parece, en primer lugar, que estamos llegando, desde distintos caminos, a un punto en que podría elaborarse efectivamente una nueva teoría general de la cultura. En este libro procuré aclarar la tradición, pero puede ser posible avanzar desde aquí hacia una plena reformulación de los principios que tome la teoría de la cultura como una teoría de las relaciones entre los elementos pertenecientes a todo un modo de vida (Raymond Williams, 2001: 8).

Tal como afirman sus palabras anteriores, en el Prólogo de la primera edición de su libro Cultura y sociedad. 1780 – 1950. De Coleridge a Orwell, considera imperante examinar los procesos detallados de la cultura, asimismo una revisión de la historia cultural recibida en relación con los temas del alfabetismo, los niveles educativos y la prensa, es necesario realizar estudios pormenorizados de los problemas sociales y económicos de la expansión cultural como herramientas para formular una política común adecuada. Sin embargo es interesante resaltar que en el Prólogo a la edición de 1987, Williams ve su estudio de una forma diferente:

Ya han pasado más de 25 años desde que escribí Cultura y Sociedad. A veces, cuando lo releo todo o en parte, me parece que es como leer un libro escrito por otro. No obstante, fue en él donde encontré por primera vez una posición que expresaba mi idea de lo que había pasado y aún estaba pasando en la civilización industrial y en su arte y su pensamiento. Desde entonces desarrollé y en ocasiones modifiqué determinados aspectos y juicios, pero no renuncié a mi opinión de que una de las formas fundamentales de entender los dos extraordinarios siglos que cambian tan enormemente el mundo y que subyacen a su gran crisis actual consiste en valerse de la reflexión detallada y compleja sobre la cultura que ha sido tan activa y vibrante en todas sus etapas (Raymond Williams, 2001: 9).

Cultura y sociedad. 1780 -1950. De Coleridge a Orwell se publicó en 1958, fue considerado como un texto fundador de la nueva izquierda británica, el mismo Williams en este Prólogo menciona que este libro junto con su libro The Long RevolutionThe Uses of Literacy de Richard Hoggart y William Morris y La formación de la clase obrera en Inglaterra de E. P. Thompson para poner en marcha una nueva tradición intelectual y política, su respuesta en el Prólogo a la edición de 1987 es interesante:

Toca a otros decirlo. La historia, en realidad, es muy compleja. Pero recuerdo que en 1968 se decía algo diferente. Estos libros, o algunos de ellos, todavía eran respetados, pero a menudo se les atribuía una especie de radicalismo cultural que desde entonces quedó a la zaga de un tipo de socialismo más claro, más duro y, en rigor, más tradicional. Sea como fuere, sé que elaboré algunos de los argumentos en ese sentido, por razones a las que todavía adhiero (Raymond Williams, 2001: 10 – 11).

Estos prólogos son interesantes al relacionarlos con las Conclusiones de este mismo libro por los planteamientos que expone sobre la idea de cultura, la democracia de masas y los puntos de una cultura incluyente. En las conclusiones se define la idea de cultura como la reacción general a un cambio general y fundamental en las condiciones de nuestra vida común, en las cuales el hombre tiene una intervención directa, también la idea de cultura es un proceso, tres fases principales contribuyen a entender las fases de la idea de cultura, la de la industria, la cuestión de la democracia y la cuestión del arte. Las bases de la teoría cultural que desarrolló Williams se plantearon el problema de la emancipación y de la cultura como ejercicio de la democracia.

La crítica que desarrolla Raymond Williams en sus conclusiones es precisamente a la democracia caracterizada simplemente como el proceso mediante el cual una clase dominante encauza su tarea de gobernar, para la cual las masas constituyen una amenaza a la cultura, estos conceptos de masa y democracia de la clase en el poder son productos de la revolución industrial; así el desarrollo de la idea de cultura ha sido una crítica de lo que se denominó la idea burguesa de sociedad, esta crítica se debe fundamentar en el desarrollo de una cultura común, cuyo principal objetivo es “Liberarse de la ilusión de la existencia objetiva de “las masas” e inclinarse a la adopción de una concepción más real y activa de los seres humanos y sus relaciones es, de hecho, realizar una nueva libertad (Raymond Williams, 2001: 273)”. 


  • Consumidor

El presente apartado se abocará a la relación entre consumidor y obra en Cultura y sociedad. 1780-1950 De Coleridge a Orwell, en dicho texto, el autor aborda las relaciones que entablan la cultura, la política y la industria dentro de la sociedad y los grupos que la integran; de igual modo, reconstruye la evolución y los cambios que han enfrentado cada uno de estos espacios sociales.

En los modos en que se relacionan cultura, política e industria, para Williams, sobresale uno y es el de los mass media. En este confluyen tanto los intereses ideológicos, económicos y culturales. En lo ideológico está la reproducción de un cierto modo de pensar que las clases dominantes buscan propiciar en las clases subalternas, o como diría el autor, las masas. 

Esto último asociado al rubro de obra y consumidor nos permite comentar lo siguiente: Raymond Williams no mira con malos ojos a los mass media sino al contenido que éstos difunden pues en su mayoría los contenidos son de ínfima calidad aunque el alcance que poseen es muy importante. Para Williams, la comunicación masiva empieza desde la aparición de la imprenta y del libro y va desarrollándose tecnológicamente con la aparición del telégrafo, la radio, la fotografía hasta la aparición de la televisión. Lo anterior puede ser aplicado al caso propio del autor, pues su obra ha tenido como su principal medio de difusión al libro, impreso (formato que asumió en sus primeras ediciones) y digital (actualmente). Lo digital ha agilizado la difusión y abaratado los costos. Sin embargo, no se ha hecho más asequible a las clases populares desde el momento en que su medio de comunicación es la palabra escrita, restringida no sólo para quienes pueden leer sino para aquellos que han tenido una educación superior al común de la gente. Lo cual limita su consumo a los individuos que conforman la élite cultural. Lo anterior se respalda considerando el hecho de que un porcentaje importante de las publicaciones de Raymond Williams ha salido de universidades que poseen prestigio mundial como Columbia University, Stanford University y Oxford. La interpretación que puede hacerse es el dominio ideológico y económico de dichas instituciones así como la legitimación de la obra de Williams. 

Por otro lado, cabe resaltar que el lenguaje del que se sirve el autor es claro, de fácil comprensión para cualquier universitario, es decir, su lenguaje no es un metalenguaje que implique el dominio de ciertos conceptos y que se aboque a determinados campos de estudio. En ese sentido, se puede concluir que Williams buscó el apoyo de universidades de prestigio por el alcance mediático que estas permiten.

  • Contexto
En el inicio de este ensayo al plantear la relación e productor y obra resaltamos la figura de Raymond Williams en tanto activa en las cuestiones políticas y sociales de su tiempo, asimismo es importante para plantear el análisis del contexto resaltar aspectos de su biografía que se relacionan con un contexto histórico particular.

Raymond Williams nace tres años después de la Gran Guerra o Primera Guerra Mundial (1914-1918), de la cual Reino Unido había sido parte de la Triple Entente (Francia, Rusia y R. Unido), ejércitos que combatirían a la Triple Alianza (Alemania, Austria-Hungría e Italia). Desde este periodo de guerra, la revolución bolchevique (y el comunismo, por supuesto), significó para algunos el acontecimiento que podía poner fin a la Guerra. Durante la Primera y Segunda Guerra las ideas de los diferentes sistemas políticos eran adoptadas en todos los países de Europa y de América por grupos minoritarios que se mostraban en contra del sistema imperante. Gran Bretaña era un reino que practicaba la tradición democrática desde el siglo XIX, sin embargo, eso no impidió que el carisma del Comunismo albergara en el centro del movimiento a intelectuales que llevarían sus análisis sociológicos, más allá de la mera política y economía. En este periodo destaca el Círculo de Birmingham que estuvo constituido por Marxistas británicos que habían sido miembros del Partido Comunistas, del cual se alejan a causa de diferencias con el sector ortodoxo del partido, y se abocan al estudio de la historia cultural. 
Así, en el análisis que planteamos, el texto  es un reflejo del contexto. La escritura de Cultura y Sociedad  es realizada durante el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial  (1939-1945), una guerra en la que convergieron nuevos sistemas políticos: el sistema democrático, el nazista-fascista y el comunista.

El contexto se refleja en la obra ya que en ésta la historia de la cultura, en relación a la sociedad, se realiza a través de la lupa de la teoría marxista o la lucha de clases que, a su vez, es uno de los fundamentos del comunismo.

Sin embargo, la obra también refleja al contexto en la medida en la que analiza y reflexiona sobre los prejuicios de la burguesía que, lejos de democratizar, acentúan la franja elitista entre la alta y baja cultura (lo cual no debería existir en una verdadera sociedad democrática).

Masa es todo y nada. Es todo cuando utilizamos el término para señalar al otro, al populacho. Y es nada cuando otro, nos señala a nosotros como parte de ese conglomerado despectivamente llamado populacho. Es un imaginario que no tendrá cabida en la medida en la que la sociedad genere su propia igualdad cultural (sociedad, economía y política), con la aceptación y eliminación de miedos y prejuicios de la burguesía y el aporte solidario de la clase obrera.

La comunicación entre la obra y el contexto se da en dos niveles:
  • En la influencia del contexto político comunista que aporta los fundamentos para el análisis de la lucha de clases.
  • En la sociedad que merecemos dentro de ese entramado complejo cultura-economía y política: una sociedad comunitaria, igualitaria, democráticamente auténtica, con pleno acceso a la cultura, con igualdad de posibilidades y de juicios estéticos.




Bibliografía

SAN JUAN, E. Jr., “Raymond Williams and The Idea of Cultural Revolution”, College Literature,Vol. 26, No. 2, Spring, 1999, pp. 118 – 136,  http://www.jstor.org/stable/25112456

Universities and Left Review: http://newleftreview.es/history 
WILLIAMS, Raymond, Cultura y sociedad. 1780 – 1950. De Coleridge a Orwell, Buenos Aires, Nueva Visión, 2001.


miércoles, 6 de febrero de 2013

Sobre "R.W. and cultural revolution"


En su artículo titulado “Raymond Williams and cultural revolution”, el estudioso  E. San Juan Jr. expone las principales aportaciones que R. Williams hizo a la vertiente de los estudios culturales. La primera de ellas está ligada al concepto mismo de cultura o “Cultura común”, como Williams la denomina, y que aboga por no establecer una jerarquía para la cultura ya que ésta es el resultado de la sociedad, de lo que cada uno de nosotros es. Sin embargo, la idea de cultura ha sido encumbrada y alejada de la mayoría de los ciudadanos, reservándose a las clases privilegiadas por medio del poder y la economía.
En el texto, el autor desarrolla los cinco puntos sobre los cuales están basados los estudios culturales según Williams. El primero de estos es la cultura como un proceso en el que intervienen la economía y la política. En éste se busca que el trinomio de factores, ya mencionado, se armonice y equilibre para lograr con ello una unificación de los individuos y de la sociedad.
El segundo aspecto tiene que ver con la “historización” de las prácticas culturales. En este se propone una participación consciente del individuo que debe repercutir en el modo en que éste asume el desarrollo del mundo que lo rodea. Ello, a partir, también, de comprender las funciones del Estado y las obligaciones que tiene para con sus ciudadanos. La conciencia del individuo devendría entonces en participación activa de la producción de la cultura. 
El tercer punto está al "imperativo de solidaridad". En otras palabras, una vez que el sujeto se ha hecho consciente de cómo las prácticas sociales han servido para fomentar el poder del Estado y reprimir a los ciudadanos, se debe buscar un estatus equitativo entre los individuos.
El cuarto punto, Williams aborda la necesidad de que el conocimiento práctico se relacione con otras áreas con el fin de alcanzar una democracia que afecte todos los ámbitos y a todos los individuos. En este punto, Williams hace hincapié en la interdisciplinariedad como modo de progreso, de hacer avanzar a la sociedad, de proponer un mundo en que sean escuchados todos los puntos de vista. 
Finalmente, el “agente activo” es el quinto tópico de Williams. En este, el autor llama la atención en cierto compromiso ético que el individuo tiene ante la cuestión de “actuar para qué”, “qué es lo que se persigue”, “cuál es la intención”.