A principios de la década de los noventa, Pierre Bourdieu publicó su libro Las reglas del arte (1992) en el que desarrollaba un estudio sobre La educación sentimental de Flaubert. Lo que Bourdieu tal vez no imaginaba es que su larga disertación sobre la obra del creador de Madame Bovary sentaría las bases para una de las teorías que reformuló la perspectiva analítica en torno al arte. Nos referimos a los estudios culturales.
En las reglas del arte, Bourdieu ensaya una teoría que pueda unificar al tiempo que crear una tradición en los estudios del arte y la cultura. Una de las características que tienen los estudios culturales es la propuesta de un metalenguaje unificador. Sobre este punto hablaremos en este breve texto.
Pierre Bourdieu retoma algunos términos provenientes de la economía para poder unificar los fenómenos culturales. Algunos de éstos relevantes en la teoría son:
Campo: Bourdieu recurre a este término porque es universal, es decir, que puede designar un espacio en el que se desarrolla una actividad determinada. El autor pone como ejemplo el campo literario (o artístico), en que las relaciones de sus integrantes pujarán para establecer jerarquías y cánones. Sin embargo, Bourdieu señala que todos los campos están sometidos al campo del poder, el cual se haya presente y es el que determinará en función de qué se hacen las cosas. Una característica peculiar en el campo literario es la necesidad de aparentar menosprecio por el poder mismo aunque todos los integrantes del campo persigan ejercerlo pues el poder será el que otorgue la jerarquía, el reconocimiento, el prestigio, no sólo dentro del campo sino fuera de éste.
Dentro del campo literario existen dos fuerzas que luchan constantemente por imponerse y con ello establecer, como hemos mencionado, jerarquías y cánones literarios: el “arte burgués” y el “arte puro”, expresados en los subcampos de producción restringida y de gran producción. El primero define la producción literaria destinada al consumo entre sus propios integrantes. Es decir, un subcampo en el que el productor escribe sólo para el autoconsumo de su propio campo. El subcampo de gran producción está destinado al consumo de las grandes masas, en otras palabras, al consumo de los sujetos que no pertenecen al campo literario.
Finalmente, queremos cerrar este breve glosario con una idea que Bourdieu desarrolla, que si no es un concepto, sí aborda un fenómeno interesante dentro del campo literario (y del resto de las artes):
La idea del No-éxito: el cual tiene un valor ambiguo pues el productor (escritor o artista) puede asumirse o ser catalogado como un poeta maldito o un fracasado a partir de ver el no-éxito como una elección o una condena. Bourdieu observa muy bien que el paso entre ser un poeta maldito o un fracaso estriba en un cambio de punto de vista de los críticos, quienes, después de muerto, pueden rescatar a un fracasado y volverlo un poeta maldito. Con respecto a este último concepto, el punto de vista es la atribución de la crítica y es el punto de referencia a partir del cual se le da título de escritor o se le niega a un productor.
Fuente:
Bourdieu, Pierre. Las reglas del arte. Anagrama, 2000, Barcelona
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