En las siguientes líneas haremos una breve reflexión en torno al papel que desempeñó Agustín Yáñez dentro del campo literario, específicamente la relación del individuo con las competencias.
Agustín Yáñez Delgadillo nació el 4 de mayo de 1904 en Guadalajara, Jalisco. Su familia era proveniente del pueblo de Yahualica, en Los Altos donde Yáñez pasó varias temporadas durante su infancia. El autor no provenía de una familia que poseyera estudios universitarios sino más bien era campesina aunque su padre participó en la Revolución Mexicana apoyando a Madero y después colaboró en el gobierno estatal de José López Portillo y Rojas. Durante su juventud, Yáñez estudió para sacerdote en el Seminario de Guadalajara, en esa época también escribió textos de carácter religioso y participó como miembro de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana. Los estudios iniciados por Yáñez en el Seminario nunca fueron concluidos. Después, en 1929, se matriculó en la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara y fundó la revista Bandera de provincias (1929-1930). En 1931, Yáñez toma la decisión de irse a vivir a la Ciudad de México, consciente que si quería dedicarse a las letras, en Guadalajara no iba a poder proyectarse como deseaba, por lo que en 1932, ingresó como profesor a la Escuela Nacional Preparatoria mientras se matriculaba en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ahora bien, la carrera literaria de Yáñez está ampliamente ligada al mundo de la política. Aquí algunos datos: estuvo encargado de la redacción de los discursos durante la candidatura de Adolfo Ruiz Cortines a la Presidencia de la República en 1952. Ruiz Cortines mantendría a Yáñez a su lado buscándole una oportunidad política, la cual se dio meses después, en ese mismo año, en que el gobernador de Jalisco, J. Jesús González Gallo, protegido de Manuel Ávila Camacho, comenzó a perfilar un favorito para las próximas elecciones en el Estado, el político Miguel Moreno Padilla. No obstante, tres poderosos políticos de la región no estaban de acuerdo: Esteban García de Alba, Silvano Barba González y Margarito Ramírez. Ellos le dijeron a Ruiz Cortines que no apoyarían a Miguel Moreno Padilla, que apoyarían a cualquiera que el presidente pusiera siempre y cuando fuese contra los propósitos de Jesús González Gallo. Por esa razón, Ruiz Cortines propuso como candidato a Yáñez, quien gobernó Jalisco en el período de 1953-1959; años después ocuparía el puesto de Subsecretario de la Presidencia en el gobierno de Adolfo López Mateos. Finalmente, su puesto más importante es el que ocupó como Secretario de Educación Pública durante el período de Gustavo Díaz Ordaz. Hecho que desató entre sus colegas comentarios muy severos como los de Carlos Monsiváis o José Joaquín Blanco, quienes manifestaban que si Yáñez tenía presencia en el campo cultural era por su misma injerencia en la vida política del país. Al respecto, Blanco opina:
De la conciencia de que la revolución mexicana llegaba al medio siglo muerta [...] surge la gran fuerza moral de la nueva narrativa mexicana en esos años. De ahí, tal vez, el fracaso del más homenajeado novelista de entonces, Agustín Yáñez (1904-1980), que en lugar de la crítica buscó la ornamentación poetizada u oratoria, aunque con sus aspectos modernizantes de monólogos interiores y diálogos con pretensiones coloquiales; sin embargo, Al filo del agua tuvo éxito escolar, y la fecha de su publicación se consideró en las aulas como la del cambio novelístico mexicano: 1947. [...] Yáñez como Secretario de Educación en 1968, precisamente la autoridad a la que correspondía directamente el "problema" estudiantil, y Revueltas como el principal preso por las arbitrariedades y depredaciones oficiales de entonces, marcaron los extremos de la novela mexicana de esos años.
O bien, Monsiváis:
“Lo que a Yáñez le interesó casi siempre fue una literatura de la amabilidad, que ayudase y fortaleciese su imagen pública, que no le causara problemas y no le causara problemas”.
No obstante, a pesar de las opiniones de Blanco y Monsiváis, lo cierto es que la actividad política de Yáñez también repercutió en la vida cultural de México, como gobernador de Jalisco, fundó la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad de Guadalajara, redefinió el Premio Jalisco que ahora incluye aportaciones a las letras y artes, construcción del edificio para la Escuela Normal, el archivo estatal, la biblioteca pública y la Casa de la Cultura; aumentó al subsidio estatal de la Universidad de Guadalajara.
Algunos de los textos que Yáñez publicó: Por tierras de Nueva Galicia (1928), Baralipton (1931), Espejismo de Juchitán (1940), Genio y figuras de Guadalajara (1940), Flor de juegos antiguos (1942), Esta es mala suerte (1945), Archipiélago de mujeres (1947), Pasión y convalecencia (1943), Al filo del agua (1947), La creación (1959), La tierra pródiga (1960), Ojerosa y pintada (1960), Las tierras flacas (1962), Perseverancia final (1967), Las vueltas del tiempo (1973), La ladera dorada (1978) y Santa Anna, espectro de una sociedad (1980)
Yáñez falleció el 17 de enero de 1980 en la Ciudad de México, sus restos descansan en la Rotonda de las personas ilustres.
Ahora bien, interpretando los hechos desde la teoría de Bourdieu podemos señalar la importancia que las relaciones entre individuos tienen en el campo literario, tal y como Bourdieu lo había señalado en su texto Las reglas del arte, para que un escritor puede posicionarse dentro de la jerarquía interna y externa de su campo. Ya que, llama la atención que Yáñez, a pesar de ser uno de los escritores que introducen las innovaciones narrativas de las vanguardias en México, sea un autor que ha sido atacado constantemente por sus decisiones políticas; y que a ello deba sumarse, la relación “nociva” entre lo literario y lo político. Contrastemos con otro ejemplo: Salvador Novo fue galardonado en 1965 como “Cronista de la Ciudad de México” por Gustavo Díaz Ordaz, es decir, también fue una figura cerca al poder político, específicamente a Díaz Ordaz, no obstante, cuando se habla de la obra de Novo, ese aspecto se soslaya, no se aborda. El caso de Agustín Yáñez es distinto pues, como hemos mencionado, la figura del escritor y su obra están ligadas a lo político y de esa manera se le ha segregado. Esto a causa de la falta de relaciones fuertes con los individuos que ocupan las posiciones más altas en la jerarquía del campo literario.
Haciendo una relectura de los hechos, podemos observar que Yáñez intentó ingresar al campo literario por medio de ciertas acciones como son el dejar Guadalajara y trasladarse a la Ciudad de México que representa el centro de poder no sólo en el campo literario sino en todos los rubros de nuestro país, además, Yáñez también ingresó a dos instituciones importantes para la cultura en México: la Escuela Nacional Preparatoria y la UNAM; en lo político, hemos mencionado que ocupó varios puestos relevantes, no obstante, como observa Roderic Camp, Yáñez no actuó del modo en que lo hubiese hecho un intelectual-político “El patrón típico de los intelectuales con carreras políticas exitosas, al igual que los políticos, es moverse rápidamente de un puesto a otro horizontal o verticalmente.” De ese modo, podemos ver la importancia que las relaciones dentro del campo literario tienen para ayudar a proyectar y a consolidar la obra de un escritor.
Fuentes:
BLANCO, José Joaquín en http://www.nexos.com.mx/?P=leerarticulov2print&Article=266531
BOURDIEU, Pierre. Las reglas del arte. Anagrama, 2000, Barcelona.
CAMP, Roderic A. "Un intelectual en la política mexicana: Agustín Yáñez." en Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad. Verano 1981: 137-162.
OLVEDA, Jaime. “Agustín Yáñez frente a la crítica literaria” en Agustín Yáñez: una vida literaria. COLMEX, 2007, México.
No hay comentarios:
Publicar un comentario